No importa que cantó, porque era la canción de todos.
La de los escondidos, los no encontrados, los imposibles
¿Cuántos serian en total
en las ciudades y en todo el país?
Los que silbaban bajo la mordaza
Las mujeres que buscaban los frutos caidos de su cabello
Los que deambulaban tapandose la boca
Los viejos que caian de sus sillas de ruedas
Nosotros, los de las flores machitas de Mayo.
Ellos
Entraron.
En un silencio que gritaba
Que arrasaba, horrorizaba
Machacaronle las manos, dispararonselas, arrancaronselas.
Sus gritos se entremezclaron con los coros
de los cadaveres
Y la guitarra quedo ahi: Salpicada de un silencio rojo.