miércoles, 19 de agosto de 2009

Cumpleaños sin Cepillin

Quizá porque no fui un niño altamente sociable, jamás me agradaron las fiestas infantiles. Aun no me agradan, pero ya puedo soportarlas. Escuchar como Cepillin predica su doctrina de felicidad a toda la colonia, mientras los papás limpian refrescos tirados y niños vomitados, no es lo mío. Los pasteles color blanco, chorreantes de leche jamás me gustaron, siempre los regalaba a los niños gorditos del salón. Me hacia sentir incomodo tanto alboroto, el ruido chillón de las bocinas, el piso pegajoso, la mitad de los niños aburridos. Y otros tantos asombrados porque sus papas no podrían brindarles de ningún modo una fiesta así.

A los 9 años mis experiencias significativas dentro de alguna fiesta se reducían a dos: En la fiesta de una compañera, un amigo y yo dejamos la puerta de la cocina abierta, el perro se comió los sándwiches, aplasto el pastel y vomito. Ni el ni yo nos declaramos culpables.
En la segunda ocasión, Daniel, el matón de la clase nos estaba molestando mientras su mamá se reía -Mire como se divierten los niños- Decía ella, riéndose. Cuando volteo a ver a su hijo de nuevo, ya le había yo azotado la cabeza contra el portón y su nariz sangraba.
Mi madre la miro y le respondió –Mire como los niños se defienden-.

Así que cuando me festejaron mi cumpleaños número 10, no paso de comer en Pizza Hut y cenar un pastel de chocolate –esos jamás escurren leche- con mi madre, mis primos y mis abuelos. Sin Cepillin, obviamente.

domingo, 16 de agosto de 2009

Contraseñas

Inicias con tu mail, ¿no? Después de batallar con nombres ya existentes e ingeniártelas para que no suene elegante cuando te lo pidan, le pones una contraseña que según tu es segura. Tu celular al revés -pongamos 6582343777- Y a mandar FW:

Ya tienes mail. Te dedicas a sacar cuentas y más cuentas: Hi5, Facebook, la página de Gandhi, foros que acostumbras y obviamente Blogspot. Te enteras de alguien que le adivinaron su contraseña y destruyeron sus demás páginas porque la clave era la misma. Innovas. Decides que no te harán lo mismo y decides modificar un poco tu cuenta. Cambiar el tercer numero (6522343777) y también añades nuevas por si adivinan la clave... Ahora será tu apodo en la primaria de Tlaxcala donde nadie te recuerda. Y lo pones al revés por si las dudas.

Y así, cada vez que haces una nueva cuenta le agregas una letra o le cambias algo, y ni hablar de las preguntas secretas ni nada de eso. Tu respuesta es el nombre de tu abuelo pero como le decía tu abuela cuando hacían sus cositas. Fabilito. Por Fabilito tienes 14 tíos, no lo olvides.

Entre números, letras de más, nombres de tus perros muertos, Fabilitos y demás siempre la cagas cuando te quieres inscribir en la UNAM o meterte al Blog.